Juana ilumina la noche

No sé su nombre verdadero pero todos le gritan Juana, él acude para complacer a niños y adultos. Mueve las caderas lo mismo al ritmo del reguetón que de la contagiosa música cubana. Se acerca a las gradas, se deja tomar fotos, saluda, complace peticiones y parece ser incansable durante toda la noche.

Algunos le brindan cerveza para refrescar el calor, se quita un momento la máscara que cubre su rostro y sale a la luz un semblante tranquilo, feliz, como quien se siente realizado, y después prosigue su baile. Los cabellos rizos y brillosos iluminan la noche y Juana baila sin descanso.

Vino con una de las comparsas de La Habana pero ya se siente pinareño, hasta tal punto que cuando todos sus compañeros se han ido a descansar, él se va a la plaza a seguir guaracheando, a compartir con la gente que no le deja un instante de sosiego: Juana, tírate pal piso… Juana súbete por el poste… Juana, tómate una foto conmigo…

Cuando llega la orquesta al estrado, Juana se convierte en otro solista del Grupo de Maikel Blanco y su Salsa Mayor. En el juego participativo, reta a las mujeres en el escenario para ver quién se mueve más, y sin dudas obtiene la victoria en todos los retos, porque los hombres bailan con Juana, las mujeres la aplauden, los niños dicen que ella es la favorita, y ellos no se equivocan, porque no ven al hombre escondido tras el disfraz, ven la magia que irradia, su derroche de vitalidad, la cubanía que se le desborda en todo el vestuario y en sus gestos.

No sé su nombre pero Juana quedó prendida en el corazón de los pinareños, no se acaba aún este carnaval y ya la gente le dice: Juana, regresa el próximo año.

 

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