El tiempo, ese ser invisible

Comienza un nuevo año, 365 días, en los que el reloj avisa la hora de levantarnos, de ir a la escuela o al trabajo, de comer y dormir, en fin de realizar  las tareas cotidianas.
   Porque el tiempo no solamente rige las actividades del hombre, sino su mismo ser. De las abstracciones de la ciencia, es lo que más a menudo mencionamos. Se detiene o se nos va, podemos ahorrarlo o perderlo, gastarlo o desperdiciarlo.
   Durante su paso por la Tierra, cada individuo libra una lucha callada para vencerlo, trata de ajustarlo a sus propios fines, haciéndolo retroceder o apresurando su avance para robarle un instante que pueda vivir y recordar.
   Solo la muerte pone fin a la lucha de cada  persona contra las horas que pasan, pero ni ella misma significa el fin, pues quedan los genes transmitidos a los descendientes y los hechos que rememorarán luego otras generaciones.
   Ahora que el año 2009 empieza, bien vale trazarnos nuevas metas, luego de realizar un balance sobre lo que dejamos pendiente. El optimismo y la perseverancia deberán ser nuestros aliados en cada objetivo propuesto.
   Es un momento oportuno para pensar en cómo enriquecer nuestra espiritualidad, nuestros valores éticos y morales y mejorar las normas de convivencia social.
   El tiempo seguirá su paso, pero cada individuo deberá adecuarlo a su conveniencia, con el fin de aprovecharlo bien y ser útil a la sociedad con su trabajo diario, con su contribución al logro de un mundo mejor.