La vida de Martí fue una utopía constante, la lucha de un hombre por emancipar su pueblo sin afán de pasar a la posteridad pero que dejó huellas para todas las generaciones quienes lo siguen a través de sus artículos periodísticos, sus poemas, su capacidad de amar y por la grandeza de su espíritu.
Fue el blanco certero en las filas enemigas pero fue el hombre que vislumbró la necesidad de unión de los pueblos, que prefirió pasar hambre pero guardar cada centavo para la causa revolucionaria. Digna de alabar su resistencia, su voluntad y su militancia política.
La independencia de Cuba ocupó toda su atención, a ella dedicó cuerpo y corazón hasta que convertirse en bastión de lucha y símbolo de independencia y libertad.
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